Mises Daily

Las crisis particulares a las que Keynes reaccionó fueron en sí mismas producto de políticas gubernamentales equivocadas.

La intervención del Estado y una política fiscal aplastante hicieron que todo el imperio gimiera bajo el yugo; más de una vez, tanto los pobres como los ricos rezaron para que los bárbaros los liberaran de él.

Hay dos peligros claros y presentes para la libertad. Uno es conocido como la Izquierda, y el otro es la Derecha. Buscan usar el gobierno para moldear a la sociedad en la forma que buscan, en lugar de la forma que la libertad logra si la sociedad se queda sola.

La cuestión no es si el progreso económico hace feliz a la gente. La mayoría de las madres se sienten más felices si sus hijos sobreviven, y la mayoría de las personas se sienten más felices sin tuberculosis que con ella.

De acuerdo con la justificación habitual para la regulación gubernamental de las externalidades, casi todo lo que hacemos puede ser oportunamente regulado. Peor aún, los reguladores nunca admiten que sus prohibiciones impiden un número incalculable de externalidades positivas.

El error fundamental de los intervencionistas es que ignoran la escasez de bienes de capital.

No son las personas que elegimos las que están a cargo. Son sólo el rostro humano de la máquina. Si no lo saben antes de las elecciones, lo descubren rápidamente después de las elecciones.

La gente no ahorra y acumula capital porque hay interés. El interés no es el impulso al ahorro ni la recompensa o la compensación otorgada por abstenerse de consumir inmediatamente. Es la relación entre la valoración mutua de los bienes presentes y los bienes futuros.

Mises no era de los que elogiaban muy a menudo a los economistas individuales. Pero aún tenía sus favoritos.

Un beneficio central del mercado es la capacidad de elegir los productos y servicios que los «expertos» nos dicen que no son «los mejores».