Mises Wire

Por qué es importante la historia revisionista

Mises Wire Chris Calton

A principios de la década de 1990 el historiador Eric Foner y Lynne Cheney fueron entrevistados en el programa Firing Line acerca de los estándares de historia nacional, algo que estaba disfrutando de cierta atención nacional en ese momento con respecto a qué relato de la historia se estaba incluyendo en los libros de texto de las escuelas públicas. Durante la entrevista, Cheney acusó a Foner de ser un revisionista histórico.

Al día siguiente, un periodista de Newsweek llamaba a Foner para preguntarle por la acusación. “Profesor Foner, ¿cuándo empezó todo este revisionismo?”

Foner respondió (de acuerdo con su relato de la llamada telefónica): “Probablemente con Herodoto”. Herodoto, para quien no lo sepa, es el antiguo historiador riego generalmente considerado como el padre de la disciplina de la historia.

El periodista de Newsweek respondió: “¿Tiene su número de teléfono?”

No sé si la historia es real, ya que sólo tenemos el relato de Foner con su humor personal, pero espero que lo sea. Aunque Foner pueda estar adornando la historia para hacerla más cómica, sí ofrece una buena oportunidad para explicar qué significa ser un historiador “revisionista”.

En otra entrevista que dio Foner, lo explicaba más directamente:

Para la gente no versada en historia es difícil entender por qué cambia la interpretación histórica. En la cultura general, “historiador revisionista” es una expresión ofensiva. Pero eso es lo que hacemos. Revisar la historia es nuestro trabajo. Así que todo historiador es un historiador revisionista en cierto sentido.

La historia revisionista es una etiqueta que no asusta al Instituto Mises, ni debería hacerlo. El investigador e historiador del Mises, Jeff Riggenbach, tiene todo un libro dedicado al tema de la historia revisionista estadounidense. El propio Murray Rothbard escribió un ensayo sobre la importancia de la historia revisionista. Pero, por supuesto, la etiqueta “revisionista” probablemente siempre se lanzará contra los investigadores del Mises como peyorativa, igual que Lynne Cheney la usaba contra Eric Foner.

¿Por qué es entones tan importante el revisionismo para la disciplina? Como explica Mises en Teoría e historia, nuestro conocimiento de los acontecimientos históricos no es ni puede ser nunca perfecto. Las evidencias documentales son siempre necesariamente incompletas y ningún historiador es capaz de adquirir todas las evidencias potencialmente relevantes que sí existan. Lo más que pueden los historiadores es tratar de descubrir nuevas evidencias y revisar las antiguas siguiendo una buena teoría para que puedan ofrecerse nuevas interpretaciones.

Y si un historiador realiza su trabajo, el resultado natural será una revisión de la historia. Para contribuir a la investigación sobre el tema, los historiadores no pueden simplemente repetir la historia que ya existe: deben expandir, refutar o revisar la historia existente de acuerdo con nuevas evidencias y nuevos análisis. Esto es exactamente lo que conlleva la profesión de la historia.

Una mala obra de historia raramente es el producto de evidencias incorrectas o inventadas (aunque el reciente trabajo de piratería de Nancy McClean demuestra que esas historias pueden seguir recibiendo amplias alabanzas mientras apoyen el sesgo ideológico aprobado). Sin embargo, más a menudo, como nos recuerda Jeff Riggenbach, una mala historia es la que omite evidencias relevantes o le falta una buena teoría con la que interpretar adecuadamente las evidencias y sopesar apropiadamente su relevancia. Una buena historia es la que mejora estos errores humanos mediante una buena revisión.

¿Por qué ofrece entonces el Mises Institute tanto revisionismo?

Mises ofrece al historiador una herramienta adicional en nuestra panoplia de instrumentos de investigación que pocos historiadores profesionales han aprovechado: la praxeología. La historia, como nos dice Mises y nos recuerda Rothbard en los escritos antes mencionados, no es una ciencia a priori. Pero cuando analizamos las evidencias empíricas de la historia (la herramienta principal del historiador son las evidencias documentales), el historiador misesiano puede aplicar en el análisis el conocimiento a priori obtenido de la praxeología. Así que, armado con la teoría apropiada, un historiador misesiano es capaz de ofrecer una nueva interpretación de la historia que se ajusta tanto a las evidencias empíricas como a la buena teoría de la acción humana.

Equipado con las ideas teóricas ofrecidas por Mises, Murray Rothbard fue capaz de ofrecer una revisión de la historia de la Gran Depresión que era tan convincente que el aclamado historiador Paul Johnson escribió el prólogo de la edición posterior. Rothbard revisaba la historia de una manera que realizaba una contribución importante a nuestra comprensión de estos acontecimientos.

Por supuesto, America’s Great Depression es sólo una de las grandes revisiones históricas de Rothbard. Otro gran investigador misesiano, Robert Higgs, aplicó ideas similares para revisar nuestra comprensión de la relación entre la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial. Los ejemplos podrían continuar casi hasta el infinito, pero listo estos todos porque resultan estar entre revisiones más importantes para mi comprensión personal de la forma en que las ideas misesianas pueden mejorar nuestra comprensión de la historia.

Así que la etiqueta de “historia revisionista” no debería ser ni peyorativa ni una alabanza: debería ser una redundancia. La historia que no ofrece revisión no es historia en absoluto: es únicamente una regurgitación de las contribuciones de otra persona (por supuesto, para fines pedagógicos, esto puede tener valor propio si alguien es capaz de tomar ideas complejas y hacerlas asequibles a una audiencia más amplia). Pero llamar a alguien historiador revisionista, si la afirmación es real, es simplemente llamarle “historiador” en general.

Es importante tener en cuenta que el revisionismo no es más una alabanza que un insulto, porque hace falta más que “revisión” para ser un buen historiador. Tom Woods deja esto claro en su prólogo a 33 Questions About American History You’re Not Supposed to Ask. Cuenta la famosa historia del cuento de la bañera de H.L. Mencken, en la que este publicaba intencionadamente una historia falsa de la bañera en 1917. Mencken (como siempre) era divertido, pero le sorprendió descubrir que su relato fue recibido con entusiasmo ¡e incluso recibió cartas de personas ofreciéndose a corroborar “evidencias” de su falsa historia!

Durante muchos años, la falsa historia de la bañera de Mencken “revisó” la historia de la bañera, una consecuencia que el propio Mencken no había previsto. Cuando se corrigió esta narrativa histórica, la corrección fue también una revisión, una revisión de la historia que había inventado Mencken como una broma. Para que la historia sea buena historia, tiene que ser más que meramente “revisionista”: debe ser asimismo honrada y precisa.

El Mises Institute apoya orgullosamente la historia revisionista de sus investigadores, pero lo hace porque estos se dan cuenta de que puede hacerse más por mejorar nuestra comprensión de una historia precisa aplicando las ideas lamentablemente olvidadas de Ludwig von Mises al campo de la historia. Mientras la historia ortodoxa olvide la buena teoría económica (o, más concretamente, la teoría económica austriaca) habrá historia que necesite una revisión correctiva.

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