Por qué las tasas de interés no son el precio del dinero
Tanto los economistas como los profanos se refieren descuidadamente a las tasas de interés como el «precio» del dinero.
Tanto los economistas como los profanos se refieren descuidadamente a las tasas de interés como el «precio» del dinero.
No satisfechas con la captura de la mayoría de nuestras instituciones, las élites gobernantes se han puesto en plan Orwell al redefinir el término «derechos humanos». Es su propia versión de la neolengua.
La creencia generalizada que la esclavitud consistía en obtener «mano de obra barata», pero es lejos de la realidad. La esclavitud conlleva altos costos de oportunidad, por la cual los propietarios de esclavos dependían normativas gubernamentales para subvencionar su «peculiar institución.»
La hipótesis del mercado perfecto afirma que los movimientos del mercado pueden considerarse aleatorios, ya que los agentes del mercado y los precios se ajustan inmediatamente a la nueva información. Sin embargo, los agentes del mercado sí buscan nueva información y tratan de utilizarla.
El gobierno federal de EEUU es el mayor terrateniente del país y aún posee el 28% de la tierra de EEUU. Ha llegado la hora de la privatización a gran escala.
Joshua Mawhorter sostiene que la esclavitud persistió en gran medida debido a la intervención del gobierno y no a los mecanismos del libre mercado.
Lo que Murray Rothbard solía llamar la «Vieja Derecha» defendía la libertad, la libertad de expresión y una economía libre. Y lo que es más importante, defendían la paz, todo ello en contraste con los «liberales» de su época y de la nuestra.
Marx construyó su infame teoría laboral del valor sobre la premisa de que el propio trabajo era una mercancía. Sin embargo, como han señalado Mises y otros austriacos, Marx fracasó tanto en la comprensión de la complejidad del trabajo como en las teorías subjetivas del valor.
La Escuela de Salamanca es conocida por sus importantes contribuciones a la economía de libre mercado y a la Escuela Austriaca. Los juristas boloñeses también hicieron aportaciones clave.
Cuando nuestras clases dirigentes hablan de «creer en la democracia», se refieren a una versión romántica de una forma de gobierno que, en la vida real, es bastante diferente de la versión aséptica que presentan nuestros medios de comunicación.