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Por qué la secesión es un gran problema… para los políticos

Mises Wire Chris Calton

Cuando los estados del sur estaban debatiendo la secesión en 1861, había otra secesión propuesta que casi siempre se olvida en la historia: la ciudad de Nueva York. El alcalde de Nueva York en ese momento, Fernando Wood, consideraba la desunión como algo inevitable al principio de 1861 y en un discurso al consejo municipal el 6 de enero defendía la secesión de la ciudad.

“Cuando la desunión se haya convertido en un hecho fijo y seguro”, pedía Wood al consejo, “¿por qué no podría Nueva York romper los lazos que le ligan con un amo venal y corrupto, con un pueblo y un partido que han saqueado sus ingresos, tratado de arruinarla, quitarle su poder de autogobierno y han destruido la Confederación en la cual era la orgullosa ciudad imperial?”

Aunque Wood citaba la esclavitud entre las razones de la necesidad de secesión de la ciudad (creía que los neoyorquinos se beneficiaban del comercio con la economía esclavista y la ciudad era el hogar de un respetable número de traficantes de esclavos que continuaban operando sus no del todo clandestinos negocios en lugares como Brasil y Cuba), no proponía unirse a la Confederación, que todavía tenía que formarse. Quería establecer la ciudad Nueva York como una entidad soberana, la ciudad libre de Tri-Insula, referiéndose a las islas de Manhattan, Long y Staten.

El Consejo Común estaba de acuerdo con Wood y la ciudad parecía estar dispuesta a independizarse. Solo cambiaron su postura después del bombardeo de Fort Sumter, no tanto porque estuvieran en contra de las acciones de la Confederación como por su deseo de no verse rodeados por territorios que les verían como traidores durante la inminente guerra.

Pero la casi secesión de Nueva York es un ejemplo de lo que mucha gente en el norte (particularmente los republicanos) temían de la secesión: no les preocupaba irse de la nación, sino más bien que esta podría dividirse completamente o, como mínimo, que se dividiera en múltiples países más pequeños. El relativamente nuevo Partido Republicano tenía grandes planes para el país, llenos de intervenciones económicas, como proyectos de infraestructura, un ferrocarril transcontinental, un arancel proteccionista y una ley de ocupación.

Lo único que había impedido que se llevaran a cabo esas reformas en el pasado era el desacuerdo seccional sobre diversas políticas. Por ejemplo, los sureños apoyaban un ferrocarril transcontinental, pero querían que se construyera en el sur y nunca se consiguió llegar a un acuerdo. Los sureños también apoyaban la legislación de ocupación que habría vendido terrenos públicos, en lugar de conceder 160 acres a cambio de una tasa administrativa estándar. Las infraestructuras y el proteccionismo económico tenían un rechazo más generalizado por parte de los sureños y los demócratas del sur continuamente bloqueaban la aprobación de esas propuestas.

Pero si se permitiera independizarse a alguien, se establecería un precedente. Si pudiera establecerse un desacuerdo político como suficientemente seccional (no necesariamente norte-sur, sino únicamente de naturaleza territorial), entonces la desintegración del gobierno central podría continuar potencialmente hasta el infinito. Así que las políticas nacionales de los republicanos del norte (y algunos no republicanos) no podrían instituirse nunca.

Esas posibilidades fueron durante un breve plazo parte de la discusión acerca de la desunión. El gobernador de Virginia, John Letcher, decía en diciembre de 1880 que la desunión no significaría dos naciones, sino más bien cuatro: el Sur, el Medio Oeste, la Región de los Grandes Lagos y Nueva Inglaterra. El New York Times reportaba que Missouri estaba discutiendo su independencia tanto de la Unión como de la Confederación del sur. Continuaron abundando rumores similares en los meses anteriores al inicio de la Guerra de Secesión.

Pero todas estas posibilidades habrían perjudicado los planes centralizadores de los republicanos. En palabras del historiador Richard Bensel:

La legitimación de la secesión como una opción política posible debilitaba seriamente las tendencias centralizadoras que hubieran obligado de otro modo a la integración política y administrativa y refuerza enormemente la postura política de las regiones remanentes en sus propias disputas con el estado central.1

Los republicanos se formaron como una alianza entre diversos partidos con sus propios intereses particulares. Los políticos antiesclavitud eran una pequeña parte de él, pero también contenía nativistas del Partido Ignorante y, aunque los republicanos querían diversas intervenciones económicas, distintos miembros estaban a favor de algunas políticas más que otros o nada en absoluto. Pero “la elección de Lincoln anunció la ascensión al poder de una amplia alianza de capital industrial, trabajo y granjeros terratenientes del norte. Al aparecer la alianza como adversario para las posturas dominantes en la economía política nacional, el Partido Republicano se convirtió en el vehículo para su programa político”.2

La secesión se interponía en los planes nacionales del partido, pero nada podía unir al norte de una manera que obtuviera suficiente apoyo para una guerra para eliminar a los secesionistas.

Salvo el nacionalismo.

Citando de nuevo a Richard Bensel:

El principal problema al que se enfrentaban los líderes del norte era encontrar una base popular para unificar a los estados libres dentro de una política de coacción. Una apelación moral a la abolición de la esclavitud durante este periodo habría empujado a los estados fronterizos hacia la Confederación del sur y habría hecho materialmente imposible una política de represión. La única otra base popular era un nacionalismo imperialista.3

Así que el nacionalismo servía para un doble propósito. Por un lado, la devoción patriótica al mantenimiento del gobierno que habían consagrado en la Constitución los Padres Fundadores, tal y como lo veían muchos norteños, era una razón convincente para obtener apoyo para una guerra. Pero al apelar al nacionalismo como base para la guerra, también era mucho más sencillo obtener apoyo para las políticas económicas nacionales. La infraestructura ya no ayudaba a un estado a costa del otro: ahora promovía la economía nacional. El proteccionismo no ayudaba las regiones industrializadas a costa de las economías exportadoras agrarias, promovía la industria nacional.

Con los estados del sur profundo abandonando la Unión, los republicanos ya no tenían su principal fuente de resistencia política interponiéndose su camino; incluso antes de que Lincoln asumiera el cargo, se habían aprobado muchos de los planes del partido. Pero con las apelaciones al nacionalismo en apoyo de la guerra, la identidad nacional se convirtió en una manera reflexiva de pensar para muchos estadounidenses y se adoptó un estado central permanente y poderoso con los brazos abiertos de los ciudadanos patriotas.

  • 1Richard Bensel, Yankee Leviathan: The Origins of Central State Authority in America, 1859-1877 (Nueva York: Cambridge University Press, 1990), 61.
  • 2Ibíd., 64
  • 3Ibíd., 62-63.
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