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¿Cuál es el propósito de la economía? Carl Menger explica.

Mises Wire Antony P. Mueller

Esta segunda parte de la serie sobre los Principios de la Economía trata la exposición de Menger sobre la economía. Como continuación de la primera parte, que trataba el concepto general de los bienes, la parte sobre la economía trata el papel de los bienes económicos en relación con los deseos humanos. Basada en la versión original en alemán, publicada en 1871 como Grundsätze der Volkswirthschaftslehre, la siguiente exposición trata de captar el espíritu de la obra, con todas las citas directas del texto recién traducidas para este artículo.

Propósito de la economía

Satisfacer las necesidades y los deseos significa vivir y prosperar. Preocuparse por la satisfacción de nuestros deseos significa cuidar nuestra vida y nuestra prosperidad. Esta preocupación es el más importante de todos los esfuerzos humanos, porque es la base de todas las demás aspiraciones. Cuanto más evolucione la economía, mayor será la provisión para la satisfacción de los deseos. Acumular reservas para cubrir nuestras necesidades futuras, para tener bienes y servicios presentes cuando los necesitemos, es el propósito de la economía.

La precaución y la provisión en relación con los deseos y las necesidades representan el núcleo de la economía. Las personas se preocupan por la satisfacción de sus necesidades y, por tanto, también por la previsión de sus necesidades y deseos futuros. La «previsión de las necesidades futuras» representa la esencia de la economía (p. 34). Esta preocupación impulsa al ser humano hacia la actividad económica. En este empeño, el individuo debe adquirir conocimientos sobre la cantidad de bienes necesarios para aprovisionarse durante el tiempo que se considere y sobre la cantidad disponible para este fin. Para cumplir con la actividad precautoria, el agente económico debe tener conocimiento de la cantidad de bienes que necesita y de la disponibilidad de los medios para obtenerlos.

Esta consideración conduce a la distinción entre la necesidad de bienes que pueden utilizarse directamente para satisfacer las necesidades humanas —bienes de primer orden— y la necesidad de bienes que está condicionada por nuestra necesidad de bienes de primer orden (p. 35). La incertidumbre envuelve ambos aspectos. Con la preocupación por aprovisionarnos, no podemos estar seguros de nuestras necesidades futuras ni de la disponibilidad futura de los recursos para satisfacerlas. Nuestras necesidades cambian con el tiempo junto con las condiciones de disponibilidad de su satisfacción. Sin embargo, los grados de incertidumbre son diferentes. Mientras que, al menos a efectos prácticos, conocemos bastante bien nuestras necesidades futuras en términos de bienes de primer orden o de consumo—aunque no con certeza—mucho más incierta es la disponibilidad de los medios para satisfacer estas necesidades, es decir, la disponibilidad de bienes de orden superior. Esto traslada la preocupación humana a la demanda de bienes de producción y, por tanto, de tener una economía.

Bienes de producción

Al igual que la transformación de bienes de orden superior en bienes de orden inferior (para una exposición detallada, véase la parte 1 de esta serie) requiere la disponibilidad de bienes complementarios, el mismo requisito se aplica a la provisión de bienes para el futuro. Mientras que los bienes de primer orden sirven a nuestras necesidades de forma inmediata, los bienes de orden superior sirven para producir bienes de primer orden. Sin embargo, no se puede tratar la provisión de bienes de consumo sin incluir los bienes complementarios de los bienes de producción que sirven para producir los bienes de consumo.

Por un lado, el proceso de producción de un bien de consumo individual sigue una secuencia determinada por la relación causal de las etapas de producción. Por otro lado, las etapas secuenciales individuales de la producción requieren la disponibilidad de complementos indispensables. De ello se desprende el principio de que, en lo que respecta a nuestro aprovisionamiento para los próximos períodos de tiempo, «nuestra necesidad efectiva de bienes individuales de orden superior está condicionada por el hecho de que tengamos a nuestra disposición las cantidades complementarias de bienes de orden superior» (p. 41).

En una economía de división avanzada del trabajo, muchos participantes en el intercambio económico se empeñan en estimar la disponibilidad futura de bienes complementarios y cada participante obtiene conocimientos gracias al esfuerzo combinado de todos ellos. Sin embargo, no existe un conocimiento completo. Sólo se dispone de un conocimiento provisional. Las estadísticas son siempre insuficientes y tardías. No se sabe con certeza de antemano si la necesidad es mayor o menor que la cantidad disponible o si la demanda y la cantidad disponible coinciden.

En la medida en que habrá discrepancias, el individuo debe actuar según sus preferencias. Surge la necesidad de elegir entre los deseos cuya satisfacción es más importante y aquellos de los que se puede prescindir. La economía consiste en gestionar las discrepancias entre los deseos y la disponibilidad de bienes para su satisfacción. En consecuencia, los «bienes económicos» son aquellos que requieren una actividad económica de gran alcance para reducir o eliminar la discrepancia entre la demanda y la oferta.

En el caso de que la demanda global de bienes económicos sea mayor que su disponibilidad, se plantea el problema de qué criterio debe aplicarse para su asignación. Esta consideración plantea inmediatamente la cuestión de cómo se protegerá a los individuos en posesión de estos bienes económicos escasos contra los posibles actos de violencia de otros individuos.

Propiedad

Dado que se producen discrepancias entre la disponibilidad de bienes y la demanda de los mismos, el problema del sistema jurídico se plantea como la cuestión de cómo proteger a quienes poseen los bienes. Los sistemas jurídicos se ocupan del problema económico de la protección de los bienes, la preocupación de proteger la posesión como base para reclamar la propiedad.

De este modo, «la economía humana y la propiedad tienen un origen económico común, pues ambas tienen su razón última en el hecho de que hay bienes cuya cantidad disponible es inferior a la demanda humana de los mismos», y la propiedad no es, pues, «una invención arbitraria, sino la única solución práctica posible al problema que la naturaleza de las cosas, la ... desproporción entre necesidad y cantidad disponible de bienes, nos impone en todos los bienes económicos» (p. 56).

Es imposible abolir la institución de la propiedad sin eliminar las causas que necesariamente llevaron a su existencia. Sólo hay dos maneras de abordar esta cuestión: o bien aumentar la cantidad disponible de todos los bienes económicos hasta el punto de satisfacer plenamente las necesidades de todos los miembros de la sociedad, o bien reducir la demanda de las personas hasta el punto de que los bienes disponibles sean suficientes para satisfacer plenamente su demanda. En ausencia de estas condiciones, la propiedad es inseparable de la economía humana en su contexto social.

«Todos los planes de reforma social sólo pueden dirigirse razonablemente hacia una distribución conveniente de los bienes económicos, pero no hacia la abolición de la institución de la propiedad en sí» (p. 57).

No hay otra forma de resolver el problema de los intereses contrapuestos en los bienes económicos que la protección social de la posesión de cantidades parciales por parte de los individuos con la exclusión simultánea de los demás agentes económicos. Los bienes económicos requieren la protección de los derechos de propiedad, mientras que en el caso de los bienes de los que se dispone de una cantidad para satisfacer todos los deseos de la comunidad, los llamados bienes libres, no hay necesidad práctica de gestionar la oferta ni de proteger su posesión. Estos bienes no económicos no requieren ni elección ni ordenación de preferencias. Tampoco es necesario aplicar el principio económico de la oferta y la demanda.

El comunismo existe en todos aquellos bienes que no tienen carácter económico. Las personas son comunistas allí donde las bases naturales existentes lo hacen posible. El uso común de los bienes encuentra su base en la relación cuantitativa entre los bienes disponibles y los deseos. Así como la necesidad de la protección de la propiedad se deriva de la escasez de bienes, un exceso de la cantidad de bienes en relación con los deseos justifica el comunismo o la ausencia de derechos de propiedad (p. 60).

Bienes económicos, libres e híbridos

El carácter económico o no de un bien depende de la relación de su oferta cuantitativa con los deseos humanos. Ser un bien económico o libre no es intrínseco al bien, sino que depende de la relación entre la cantidad del bien al alcance y la demanda del mismo. Un bien se convierte en un bien económico cuando su disponibilidad cuantitativa es menor que el deseo de este bien. De este modo, el hecho de que un bien sea un bien económico o un bien libre no es universal, sino que depende del tiempo, del lugar y de los deseos humanos.

Un bien tampoco es un bien económico porque se necesita trabajo para su producción. Los bienes que no son resultado del trabajo son bienes económicos si su oferta es menor que su demanda. El producto del trabajo no adquiere el carácter de bien económico por el trabajo, sino porque hay más demanda cuantitativa de él que disponibilidad. El criterio del carácter económico de un bien reside exclusivamente en la relación entre la demanda del mismo y su cantidad disponible de oferta (p. 61).

La relación entre la demanda y la oferta cambia con el desarrollo económico. Los bienes que antes no eran económicos tienden a convertirse en bienes económicos. Esto sucede porque las poblaciones aumentan, las necesidades humanas crecen y el progreso se produce de forma que el conocimiento sobre la conexión causal entre las cosas y su uso para el bienestar humano se amplía, creando así nuevos usos de los bienes.

Por último, Carl Menger introduce el concepto de «bien híbrido» y menciona la escuela pública y el suministro público de agua como ejemplos de cuando las autoridades públicas convierten un bien económico en un bien aparentemente no económico o parcialmente en un bien gratuito. Sin embargo, lo contrario también ocurre cuando las autoridades limitan el consumo de un bien que está naturalmente a disposición de las personas en una cantidad que excede su necesidad. Estos bienes, aunque son básicamente libres, adquieren entonces parcialmente el carácter de bienes económicos (p. 64).

Conclusión

El punto de partida y la meta de la economía humana es que el hombre con sus necesidades tenga poder sobre los medios para satisfacerlas. Para la satisfacción de las necesidades inmediatas, el ser humano se esfuerza por conseguir bienes de primer orden. Una vez satisfechas las necesidades inmediatas que garantizan la supervivencia, el interés humano se dirige a aquellos bienes cuya cantidad disponible es inferior a la necesidad de los mismos. La actividad económica comienza cuando los seres humanos crean bienes de segundo orden como medio para producir bienes de primer orden. El principio general de su conexión dice que el carácter económico de los bienes de orden superior está condicionado por el de los bienes de orden inferior. Ningún bien de orden superior puede adquirir o mantener su carácter económico si no es apto para la producción de bienes económicos de orden inferior. La propiedad y el sistema jurídico correspondiente surgen necesariamente como consecuencia de que las necesidades humanas superan las cantidades disponibles de bienes.

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