Todos los Estados socialistas, incluidos los democráticos, exigen obediencia y conformidad en sus dictados económicos y culturales. Y no hay una forma amable y gentil de eliminar la resistencia.
Una sociedad justa no es un juego de ajedrez donde podemos mover a cada persona como si existieran para llevar a cabo los objetivos de "la gente".
Al contrario que Estados Unidos, los países nórdicos tienen economías intervencionistas mixtas que sin embargo confían fuertemente en los derechos de propiedad del sector privado.
Las realidades de la Venezuela moderna, combinadas con las ambiciones globales de China, podrían hacer que un acuerdo entre los dos países sea un resultado lógico.
El capitalismo no tiene que implementarse en una forma "pura" para que sus beneficios se realicen. Mientras tanto, los socialistas deben dar excusas por sus repetidos fracasos.
