¿Existen realmente las conspiraciones? Murray Rothbard lo pensaba
La forma más rápida de desacreditar a un oponente intelectual es acusar a esa persona de ser un «teórico de conspiración». Pero, ¿qué ocurre cuando se producen conspiraciones reales?
La forma más rápida de desacreditar a un oponente intelectual es acusar a esa persona de ser un «teórico de conspiración». Pero, ¿qué ocurre cuando se producen conspiraciones reales?
A pesar de que la izquierda niega que Hitler fuera un socialista, una lectura cuidadosa de sus escritos y discursos cuenta una historia diferente. Sus simpatías estaban con los trabajadores, no con la burguesía.
Han pasado más de cincuenta años desde que murió el hombre fuerte egipcio Gamal Abdel Nasser, pero su desafortunado legado de imponer el socialismo en Egipto sigue perjudicando la nación y a su economía.
La capacitación antirracista implica confesar los delitos de pensamiento, denunciar a los amigos por «ideas equivocadas» y otros métodos de «reeducación» conocidos por los estalinistas de antaño.
Los programas masivos de «estímulo fiscal» de los gobiernos europeos no lograron reducir el desempleo. La última palabra de moda en el continente es el «Estado empresario», basado en la ilusión de que el gasto gubernamental y la regulación son responsables de la creación de riqueza por parte de los empresarios privados.
Un mundo de naciones socialistas sería un mundo de guerra incesante. He aquí la razón.
Defectuosos como somos y con un conocimiento limitado del mundo y de nosotros mismos, puede que no sepamos qué es objetivamente «lo mejor para nosotros a largo plazo». Los planificadores gubernamentales saben aún menos.
En muchos campos, desde el dinero hasta la nutrición, he descubierto que el corolario del enfoque gubernamental es el deseo de no tomar decisiones por uno mismo.
El Gran Reinicio, viene directamente de la cocina de la bruja socialista y representa una reedición de ideas socialistas bien conocidas en un nuevo disfraz.
Los conocimientos de los planificadores gubernamentales están muy sobrevalorados. En su lugar, debemos «no confiar en ningún hombre más allá de su infinitesimal área de competencia; retenerlo en lo poco que sabe».