A menos que el presidente Trump cambie de rumbo, la pancarta «Precios más bajos, sueldos más altos» que colgaba detrás de él en su discurso sobre «asequibilidad» de este mes será recordada como lo que la pancarta «Misión cumplida» del presidente George W. Bush fue para la política exterior.
Según una encuesta de Politico, muchos americanos tienen dificultades para pagar la comida, la vivienda, el transporte y la asistencia sanitaria. El 37 % de los americanos no puede permitirse llevar a su familia a un evento deportivo profesional, mientras que el 46 % no puede permitirse el billete de avión para irse de vacaciones.
Para un número cada vez mayor de americanos, la crisis de la asequibilidad se ve agravada por la crisis de los despidos. El mes pasado, aproximadamente 120 000 trabajadores de pequeñas empresas perdieron sus puestos de trabajo, lo que supone el mayor descenso mensual en el empleo en las pequeñas empresas desde los confinamientos por la COVID. Las grandes empresas, como Amazon, Verizon, Target y Apple, también están despidiendo trabajadores.
La crisis de la asequibilidad comenzó en 1971, cuando el presidente Nixon rompió el último vínculo entre el dólar de los EEUU y el oro. Esto eliminó cualquier restricción a la capacidad de la Reserva Federal para inyectar dinero en la economía, lo que condujo a una continua devaluación del dólar. La disminución del poder adquisitivo del dólar es la verdadera causa del aumento de los precios y del descenso del nivel de vida.
La moneda fiat puede ser mala para el americano promedio, pero es excelente para el estado del bienestar y la guerra y para los intereses especiales que se benefician de ella. Esto se debe a que el sistema de dinero fiat permite a la Reserva Federal monetizar los altos niveles de deuda gubernamental mediante la compra de valores del Tesoro, lo que ha hecho posible la explosión del gasto y el poder del gobierno que hemos experimentado en los últimos cincuenta años. El sistema de dinero fiat también es responsable de la economía de burbujas, auge-caída que ha azotado a América.
El presidente Trump prometió reducir el gasto federal y poner fin a la «Bidenflación». En lugar de cumplir su promesa, el presidente Trump, con la ayuda del Congreso republicano, aumentó el gasto. Como resultado, la deuda federal supera ahora los 38 billones de dólares y pronto superará los 39 billones.
Gran parte del aumento del gasto del presidente Trump se destina a la llamada «defensa». La mayor parte de este gasto se destina a «defender» a otros países y a entrometerse en conflictos en los que los EEUU no debería involucrarse. Sin duda, el gasto en militarismo aumentará aún más, ya que el presidente Trump se prepara para lanzar una guerra inconstitucional contra Venezuela. Estas malas políticas son una traición a la promesa del presidente Trump de evitar iniciar nuevas guerras, poner fin a las guerras en curso y aplicar una política exterior que anteponga las necesidades del pueblo estadounidense a las exigencias del complejo militar-industrial, el Estado profundo y sus lacayos en el Congreso, los medios de comunicación y la «comunidad política».
El presidente Trump aún tiene tiempo para recuperar el apoyo de los descontentos votantes de MAGA que se preguntan qué ha sido del hombre al que votaron. Un buen primer paso sería que el presidente Trump se opusiera a la enorme Ley de Autorización de Defensa Nacional (NDAA) que se encuentra actualmente en el Congreso, a menos que recorte el gasto tomando medidas a favor de la paz, como el cierre de algunas de las aproximadamente 750 bases militares que los EEUU mantiene en todo el mundo. El ahorro derivado del cierre de estas bases podría utilizarse para empezar a pagar la deuda gubernametal y atender a quienes dependen de los programas gubernamentales, ahora que el Congreso está reduciendo el Estado benefactor. Además, el presidente Trump debería apoyar la legislación que prohíbe a la Reserva Federal comprar instrumentos de deuda federal. También debería apoyar la auditoría y la desaparición de la Fed. Un gobierno limitado, mercados libres, una moneda sólida y la paz son la forma de hacer que América vuelva a ser grande.