Durante el fin de semana, el jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental del presidente Trump, Elon Musk, causó un gran revuelo con solo dos palabras publicadas en su plataforma de redes sociales, X. En respuesta a una publicación que decía: «Es hora de abandonar la OTAN y la ONU», Musk respondió: «Estoy de acuerdo». El comentario hizo inmediatamente furor en las redes sociales y también en los medios de comunicación convencionales y alternativos.
¿Hablaba el Elon Musk propietario de X o el Elon Musk que se ha convertido en uno de los asesores más cercanos del presidente Trump? ¿Acaso importa? Tener a alguien tan cercano al presidente de los EEUU que aboga por extraer finalmente a los EEUU de estas organizaciones internacionales es un cambio significativo y muy positivo para los Estados Unidos.
Al salir a la luz la verdad sobre cómo USAID ha estado trabajando en contra de los intereses de EEUU durante décadas, el desinfectante del escrutinio público se dirige ahora a nuestra pertenencia a organizaciones internacionales como la OTAN y las Naciones Unidas, y a nuestra generosa financiación de las mismas.
Hace tiempo que abogo por nuestra salida de la OTAN. Al final de la Guerra Fría, desaparecida su razón de ser, la OTAN decidió buscar otras formas de provocar problemas. Primero la OTAN se implicó en la primera Guerra del Golfo y luego decidió que su misión debía ser bombardear Serbia hasta hacerla añicos, en nombre de los «derechos humanos». Estoy de acuerdo con el difunto senador Robert Taft, que argumentó en el momento en que se formó la OTAN que no debíamos unirnos a la «Alianza Atlántica».
En los últimos meses ha quedado mucho más claro hasta qué punto la OTAN se ha alejado de los intereses de EEUU. A pesar de que los Estados Unidos financia la friolera del 70% del coste de la OTAN, nuestros propios «aliados» de la OTAN están trabajando en contra de los Estados Unidos mientras el presidente Trump intenta sacarnos del borde de la guerra con Rusia.
Una simple llamada telefónica entre los presidentes Trump y Putin fue recibida con histeria entre los países miembros de la OTAN, y justo cuando las delegaciones de alto nivel de Estados Unidos y Rusia se reunían en Arabia Saudí para buscar la manera de dar marcha atrás en un pie de guerra, nuestros «aliados» decidieron celebrar su propia cumbre en oposición a la medida de los EEUU. En París, nuestros «socios» se comprometieron a continuar con su fracasada política en Ucrania y a ridiculizar a los Estados Unidos por intentar algo diferente.
Para colmo de males, justo en el centro de la mesa en París estaba nada menos que el propio secretario general de la OTAN, ¡el ex político holandés Mark Rutte! El mensaje era muy claro: «estamos trabajando contra ustedes —nosotros impulsamos la guerra mientras ustedes impulsan la paz— pero ustedes deben seguir pagando la factura».
También durante el fin de semana, el senador Mike Lee (R-UT) y el representante Thomas Massie (R-KY) se hicieron eco del sentimiento de Elon Musk, con el senador Lee publicando un gráfico que muestra la cantidad salvajemente desproporcionada de dólares de los contribuyentes americanos que se destinan a la financiación de la OTAN con la declaración: «Sácanos de la OTAN». El representante Massie añadió al comentario de Lee: «La OTAN es una reliquia de la Guerra Fría que debe ser relegada a un quiosco parlante en el Smithsonian».
Como en la época del senador Robert Taft, el sentimiento en contra de la pertenencia a la OTAN procede del extremo conservador del espectro político de los EEUU. Con el claro mandato del presidente Trump de perseguir su agenda de «América primero», tenemos la mejor oportunidad en décadas para cortar nuestras dañinas y costosas alianzas enredadas en todo el mundo. ¡Empecemos por la OTAN!