Power & Market

Por qué fracasa la política exterior americana

Una cosa que hay que decir a favor de la clase dirigente conservadora americana es que, al menos de boquilla, defienden la idea del libre mercado. También han memorizado los argumentos típicos en su defensa, incluida la mayor prosperidad que proporciona, la moralidad de la propiedad privada y la imposibilidad de una planificación central exitosa. En este último punto, sin embargo, los conservadores de la corriente dominante no suelen extender la lógica a lo que quizá sea su ejemplo moderno más obvio: los efectos catastróficos de la política exterior americana.

En su artículo de 1945 «El uso del conocimiento en la sociedad», F. A. Hayek analiza cómo ningún planificador central podría saber lo suficiente para tomar decisiones racionales para la economía, independientemente de su experiencia e inteligencia. Dado que la economía funciona de acuerdo con las innumerables acciones descentralizadas de innumerables individuos, cualquier intento de los planificadores centrales de suplantar el libre mercado está abocado al fracaso, ya que no sabrán cómo satisfacer las necesidades del público y no tendrán forma de analizar plenamente los costes y compensaciones de lo que pretenden hacer.

Está claro que esto es cierto en el mercado de bienes de consumo y de capital, pero ¿por qué de repente deja de ser relevante en lo que respecta a las decisiones unilaterales de política exterior? La respuesta corta es que no. Si los planificadores centrales no pueden dirigir una economía para millones de individuos, no hay forma de que puedan dirigir un mundo entero para miles de millones de ellos. Acciones como la intervención militar directa y el apoyo financiero y armamentístico están destinadas a tener efectos que el establishment de la política exterior no podría predecir.

Un somero repaso a algunas de las intervenciones más famosas de la historia americana ilustra exactamente esto. En la Primera Guerra Mundial, por ejemplo, Woodrow Wilson decidió intervenir para hacer del mundo un lugar «seguro para la democracia». El apoyo americano a británicos y franceses fue finalmente decisivo para derrotar a las Potencias Centrales. Sin embargo, Wilson y los suyos no podían prever que, al derrotar a Alemania de forma tan decisiva, estaban preparando el terreno para el ascenso de los nacionalsocialistas, uno de los gobiernos más destructivos de la historia de la humanidad (e, irónicamente, el caso más utilizado para argumentar en contra de la no intervención).

Por ejemplo, Irán. Al derrocar a Mohammad Mosaddegh en 1953 y consolidar el gobierno del Sha, los americanos pretendían asegurarse intereses petrolíferos y mantener un aliado en la región. Sin embargo, para su disgusto, este apoyo al Sha provocó un descontento generalizado hasta el punto de que el ayatolá Jomeini pudo hacerse con el poder, e Irán es ahora uno de los principales adversarios geopolíticos del régimen americano.

Sin embargo, lo más relevante en la actualidad son las intervenciones americanas en Oriente Medio que espolean las amenazas terroristas. Osama bin Laden incluyó entre sus famosas razones para orquestar los atentados del 11-S la Primera Guerra del Golfo y las sanciones contra Irak, el apoyo financiero y militar masivo a Israel y la presencia de tropas americanas en Arabia Saudí. Todas estas acciones pretendían promover la estabilidad en Oriente Medio, pero acabaron cobrándose vidas americanas y haciendo que la nación en su conjunto fuera menos segura.

A la clase dirigente de la política exterior le gusta describir el escenario geopolítico como una especie de tablero de ajedrez de la vida real, en el que se pueden mover las piezas y desarrollar estrategias para obtener resultados específicos. Pero el mundo real no funciona así. Del mismo modo que estos autodenominados burócratas omniscientes son incapaces de determinar la masa monetaria óptima o la estructura del sector manufacturero sin meter la pata, también están lamentablemente mal equipados para construir el mundo de nuevo. El hecho de que no hayan sido capaces de predecir estas horribles consecuencias no es un defecto personal suyo; nadie podría lograr semejante hazaña. Pero cuando estos funcionarios intentan convencer a la opinión pública del camino correcto a seguir con países como Ucrania e Israel, es importante prestar atención al mensaje de Hayek y recordar las innumerables formas en que han fracasado en el pasado.

image/svg+xml
Note: The views expressed on Mises.org are not necessarily those of the Mises Institute.
What is the Mises Institute?

The Mises Institute is a non-profit organization that exists to promote teaching and research in the Austrian School of economics, individual freedom, honest history, and international peace, in the tradition of Ludwig von Mises and Murray N. Rothbard. 

Non-political, non-partisan, and non-PC, we advocate a radical shift in the intellectual climate, away from statism and toward a private property order. We believe that our foundational ideas are of permanent value, and oppose all efforts at compromise, sellout, and amalgamation of these ideas with fashionable political, cultural, and social doctrines inimical to their spirit.

Become a Member
Mises Institute