Prestar sin ahorrar trae recesión y pobreza
Contrariamente a los economistas convencionales, la expansión del crédito que no está respaldada por el ahorro real conduce en última instancia a una recesión económica.
Contrariamente a los economistas convencionales, la expansión del crédito que no está respaldada por el ahorro real conduce en última instancia a una recesión económica.
Cuando los gobiernos entran en guerra, el sistema monetario de la nación suele descender al pozo de la inflación. La Guerra de 1812 no fue una excepción, y sus excesos monetarios desembocaron en el Pánico de 1819.
Algunos economistas creen que la balanza de pagos es lo que determina los tipos de cambio. En realidad, los tipos de cambio siempre tienen que ver con el poder adquisitivo de unas monedas en relación con otras.
Los esfuerzos gubernamentales para ampliar la «demanda agregada» implican nuevos gastos y la creación de dinero. En realidad, estas actividades destruyen riqueza en nombre de su expansión.
Aunque el «Gran Reinicio» implica una alianza impía entre gobiernos y grandes negocios, la aplicación de sus políticas es imposible sin que los bancos centrales supriman los tipos de interés. Ahora que los tipos están subiendo, la gente está comprobando de primera mano los costes reales del «Gran Reinicio».
Cuando una economía sufre una recesión, algunos factores de producción, como la mano de obra, se quedan sin empleo. Los keynesianos creen que la expansión del crédito y el dinero fiat devolverán el pleno empleo. Una economía no funciona así.
Hace un siglo, el reichsmark alemán entró en caída libre cuando la hiperinflación más famosa de la historia hizo estallar la economía alemana. Las repercusiones aún están entre nosotros.
Jesús Huerta de Soto reseña la obra de Murray Rothbard A History of Money and Banking in the United States: The Colonial Era to World War II.
Aunque la perspectiva de que Javier Milei sea elegido presidente de Argentina es atractiva, su plan para «dolarizar» la economía argentina estará muy por debajo de las esperanzas y expectativas.
Aunque los bancos centrales utilizan tipos de interés administrados con la esperanza de emular el tipo natural, estos esfuerzos siempre van a fracasar. Sin mercados libres, no hay tipo natural.