Es un gran error llamar al ciclo repetitivo de «auge y declive» un ciclo económico. Ese nombre implica que el fracaso es el fracaso de los mercados y el capitalismo. Pero en realidad se debe a la inflación monetaria y crediticia autorizada y promovida por los gobiernos y los bancos centrales.
La semana pasada, la galería de arte de Miami Art Basel vendió, por 120.000 dólares, una obra de arte compuesta de una banana pegada a una pared mediante cinta adhesiva. Al menos otra pieza idéntica vendida por una cantidad similar. Una tercera pieza tenía un precio de 150.000 dólares.
La historia de Latinoamérica está llena de historias trágicas de países que alcanzan grandes alturas –me vienen a la mente Argentina y Venezuela— y que luego regresan a la mediocridad. Chile podría ser el próximo país si los manifestantes se salen con la suya.
Las políticas de dinero fácil impulsadas por los bancos centrales pueden estar desviando la riqueza de la inversión hacia una mayor producción y consumo de bienes de consumo baratos. Eso no es «verde». Más residuos, más emisiones de carbono.
Los revolucionarios de izquierda tienen desde hace mucho tiempo el hábito de reelaborar el calendario para que sea más fácil forzar a la población a adoptar nuevos hábitos y nuevas formas de vida que se adapten mejor a los propios revolucionarios.
Hoy el Washington Post ha publicado un bombazo de informe titulado «The Afghanistan Papers», que destaca el grado en que el gobierno estadounidense mintió al público sobre el estado actual de la guerra en Afganistán.