Tras más de una década de estímulos monetarios que han alimentado las elevadas valoraciones de los activos y han incentivado una enorme apuesta apalancada por el riesgo, es imposible un aterrizaje suave.
La inflación en Argentina es mucho peor que la de los países vecinos. Sólo tiene una causa: una política monetaria extractiva y confiscatoria —que imprime pesos sin control y sin demanda.