Mientras que el Presidente Biden afirma que su administración ha reducido la inflación y está trayendo prosperidad, la manipulación gubernamental de los hechos económicos oculta la simple verdad de que el desenfreno de gasto del gobierno no puede sostenerse.
Los progresistas modernos no son «reformistas». Por el contrario, como escribió Murray Rothbard, se han apoderado de las instituciones sociales y gubernamentales para imponer resultados incompatibles con una sociedad libre.
Los votantes de Massachusetts aprobaron otra subida de impuestos para los residentes de renta alta, mientras que los votantes de California rechazaron una propuesta similar. La actual fiebre fiscal no augura un buen crecimiento económico.
Pakistán, como tantos otros países, está viendo cómo la inflación está a punto de descontrolarse. En cuanto a la búsqueda de las causas, las autoridades monetarias deberían mirarse en el espejo.
¿Hiperinflación? Sí, puede ocurrir aquí, y cuanto más niegan los funcionarios que la hiperinflación es posible, más crean las condiciones que la provocan.
La mayoría de las intervenciones gubernamentales en los tipos de cambio crean más problemas de los que resuelven. Las décadas perdidas de Japón son un excelente ejemplo de lo que puede ocurrir.
La inflación no es producto de la codicia de las empresas ni del aumento de los salarios. Es un fraude perpetrado por las autoridades gubernamentales que empobrece a la gente común mientras enriquece a las élites.