Mises Wire

No hay que mezclar política y emprendimiento

Mises Wire Per Bylund

[Del Quarterly Journal of Austrian Economics]

El emprendimiento es una espada de doble filo. Por un lado, se convertido en reconocido casi universalmente a lo largo de las últimas décadas que el emprendimiento es el motor del cambio económico, el generador de crecimiento económico y la principal causa de creación de empleo. Consecuentemente, se usa a menudo y de distintas maneras la política para apoyar a los emprendedores y crear así beneficios a partir de los efectos positivos del emprendimiento.

Por otro lado, como es conocido que identificó William Baumol, el resultado del emprendimiento no es necesariamente productivo y bueno para la economía.1 Más bien, el emprendimiento puede ser al tiempo productivo e improductivo (e incluso destructivo) dependiendo del marco institucional en el que tiene lugar. Cuando las “normas del juego” institucionales pueden explotarse para obtener un beneficio, los emprendedores se encuentran en un juego de suma cero compitiendo por la posición de privilegio sin producir valor para los consumidores.2 Igualmente, el marco de la acción emprendedora puede ser una fuente de incertidumbre que dañe el funcionamiento del proceso de mercado.3

Por tanto, utilizar política para apoyar el emprendimiento es una acción de equilibrio entre ayudar a facilitar el emprendimiento productivo y evitar incentivos que lleven a un comportamiento improductivo.

La colección de ensayos recientemente publicada, Public Policy, Productive and Unproductive Entrepreneurship: The Impact of Public Policy on Entrepreneurial Outcomes trata de aclarar cómo influye la política pública en los resultados emprendedores. La pregunta subyacente, aunque implícita, con evidentes implicaciones políticas, es esta: ¿bajo qué circunstancias contribuye el emprendimiento a aumentar nuestro nivel de vida? Por usar las palabras del prólogo de Russell S. Sobel, los ocho ensayos del libro “destacan tanto las consecuencias negativas potenciales como reales de políticas que estimulan el emprendimiento improductivo” (pp. xii–xiii).

En el primer ensayo (capítulo 2) tras la presentación de los editores, Joshua C. Hall, Robert A. Lawson y Saurav Roychoudhury argumentan que la libertad económica es crítica para crear un “entorno emprendedor”, es decir, una cultura económica dentro de la que prospera el emprendimiento. Basándose ideas de los informes Economic Freedom of the World, los autores demuestran que la libertad económica tiene una correlación empírica con muchas medidas de emprendimiento. Y, consecuentemente, concluyen preguntando: “¿no sería prudente al menos considerar eliminar las diversas políticas públicas que perjudican [el emprendimiento]?” (p. 7).

El segundo ensayo, de Pavel A. Yakovlev y Saurav Roychoudhury, analiza el efecto de tipos concretos de cargas regulatorias sobre negocios de distintos tamaños. También argumentan que hay una relación entre migración y emprendimiento, ya que ambos implican tomar riesgos y por tanto aquellos países que ofrecen un entorno institucional que facilita el emprendimiento pueden beneficiarse de emprendedores tanto nacionales como inmigrantes.

El tercer ensayo del libro atiende la relación entre regulación y emprendimiento desde el punto de vista del regulador. Los autores, James Fetzner y Gregory M. Randolph, proporcionan una visión general de los retos a los que se enfrentan los reguladores debido a la naturaleza del proceso político con respecto al diseño, implantación, actualización y reforma de las regulaciones.

El Capítulo 5 estudia los esfuerzos basados en comités en el Congreso de Estados Unidos en busca de aumentar el emprendimiento apoyando el crecimiento de las pequeñas empresas. Sin embargo, el efecto real, como revelan los datos estudiados, es que los estados representados en estos comités experimentan niveles más bajos de emprendimiento. El autor, Matt E. Ryan, concluye el capítulo señalando que esto sugiere que “más política lleva a menos emprendimiento” (p. 76), aunque el efecto buscado sea exactamente el opuesto.

En el Capítulo 6, Michael T. Tasto observa cómo gasta el estado en programas de reclutamiento de empresas y desarrollo económico y encuentra una relación positiva. Los estados que no gastan en programas similares consecuentemente pierden y por tanto pueden verse obligados a crear dichos programas mientras otros estados aumentan su gasto para mantenerse a la cabeza en una “carrera hacia el fondo”. El autor también argumenta que ese gasto a nivel estatal puede ser aprovechado por los emprendedores que tengan un comportamiento improductivo o destructivo para capitalizarse con las subvenciones ofrecidas.

El siguiente ensayo es una transcripción del testimonio de Peter G. Klein ante el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de EEUU en mayo de 2012. Klein analiza la Reserva Federal desde el punto de vista de la teoría económica organizativa, ofreciendo una “visión razonable, pragmática y realista” (p. 108) del banco central. Así que el ensayo se centra en una institución concreta y en sus implicaciones para los emprendedores, encontrándola ineficaz e ineficiente.

El penúltimo ensayo introduce la moralidad y la naturaleza humana en el análisis de las regulaciones. Los autores, Robert F. Salvino Jr. y Michael Latta argumentan que “Moralidad y acciones económicas pueden converger, pero para que sea así a largo plazo, las acciones y sus resultados deseados no pueden violar la naturaleza humana” (p. 111). Concluyen que las personas necesitan ser libres para llevar a cabo acciones económicas para así “expresar y defender su propósito moral”. Esto también se aplica a la política, ya que la política diseñada sin considerar los costes económicos y morales perjudica en lugar de apoyar el emprendimiento.

En el capítulo final, Gregory M. Randolph y Marek Rivero explican las instituciones informales y el emprendimiento. El desarrollo y evolución de las instituciones informales siguen sin estudiarse a fondo en la literatura y estos procesos por tanto se entienden mal, lo que es problemático para hacer política. El capítulo explica la definición, medición y análisis de instituciones informales y lo que significa esto para la política.

En general, el libro ofrece poco que pueda sorprender a los austriacos o a economistas habituados al análisis de la elección pública. Los capítulos se desarrollan y analizan la carga medible de regulación sobre el emprendimiento utilizando diversos tipos de datos, pero no se aventuran lejos de las consecuencias inintencionadas casi obvias (para los praxeólogos) de política o ineficiencia de la reasignación de recursos inducida por la política. Los capítulos tampoco hacen ninguna contribución teórica con respecto a como se (inter)relacionan emprendimiento y política.

Pero ese no es el propósito del libro y por tanto no debería considerarse un gran defecto.

La mejor manera de describir esta colección de ensayos es como una iniciación al tema indicado en el subtítulo del libro: el impacto de la política pública sobre los resultados del emprendimiento. Cada uno de los ocho ensayos se ocupa de un aspecto específico de efectos de las políticas sobre el emprendimiento y cada uno contribuye a su manera a la conclusión común de que el emprendimiento es una espada de doble filo que poder ser tanto productivo como improductivo, dependiendo de las reglas institucionales del juego. Y muestran una imagen general pero coherente que debería ser de gran ayuda para los que se están familiarizando con el estudio del emprendimiento y la política.

  • 1Baumol, William J. 1990. “Entrepreneurship: Productive, Unproductive, and Destructive”, Journal of Political Economy 98, nº 5: 893-919.
  • 2North, Douglass C. 1990. Institutions, Institutional Change and Economic Performance. Cambridge: Cambridge University Press.
  • 3Bylund, Per L., y Matthew McCaffrey. 2017. “A Theory of Entrepreneurship and Institutional Uncertainty”, Journal of Business Venturing 32, nº 5: 461-475.
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