Por sí mismo, el fin del petrodólar no destruirá el dólar. Pero continuará una tendencia que debilita tanto el dólar como el poder del régimen de EEUU.
Dado que a los funcionarios del gobierno no les preocupan las consecuencias de cometer errores, no debería permitirse que el gobierno regule algo tan importante como las vacunas.
Existe una tendencia negativa innegable en el empleo y los salarios europeos que es consecuencia directa de una intervención cada vez mayor en la economía.