Los consumidores son, en efecto, soberanos, pero la razón por la que los consumidores pueden ejercer su soberanía es que los empresarios ya han soportado la incertidumbre de la producción para hacer que los bienes estén disponibles para su compra.
Para Francisco, el bien común dicta que confinemos el mundo, poniendo en peligro el futuro de los jóvenes, el sustento de la clase obrera y condenando a innumerables niños a una vida de angustia mental.
La histeria colectiva es posible en una sociedad libre, pero existen mecanismos de autocorrección y el daño que dicha histeria puede infligir está limitado por la aplicación de los derechos de propiedad privada.
Walter Williams creía que el libre mercado era la mejor manera de que los seres humanos, y especialmente los nacidos en los peldaños inferiores de la escala económica, avanzaran materialmente y de otras maneras también.
No, el valor «social» no es lo que se quiere o piensa que es bueno, y «nosotros» no somos una entidad homogénea de preferencias observables y agregadas.
Cuando los gobiernos subvencionan proyectos, los ciudadanos pagan dos veces —una como contribuyentes que pagan indirectamente el subsidio, y luego otra vez como consumidores en precios más altos por los bienes que compran y en consumo reducido.
Los regímenes socialistas bajo los soviéticos y los nacionalsocialistas silenciaron las teorías científicas que parecían contradecir los dogmas ideológicos del régimen. La moderna politización de la ciencia va por ese camino.