En una sociedad libre, la difamación no sería un problema. Nadie podría usar los tribunales para castigar a otras personas por las cosas que dicen o escriben. La única excepción sería si una persona firmara voluntariamente, y luego violara, un contrato aceptando no decir ciertas cosas.
El valor de Libra se basa en una cesta de bienes vinculados a las monedas fiduciarias del gobierno. No hace falta decir que Zuckerberg no es Hayek. Y el Libra no es Bitcoin.
Las políticas del Estado diseñadas para alentarlo (o forzarlo) a «comprar local» reducen nuestro nivel de vida al mismo tiempo que fomentan el conflicto de clases.