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El abuso de la deuda pública —y cómo prepara el escenario para el desastre económico

La recesión de 2020-21 ha sido devastadora para la economía mundial. Han pasado noventa años desde la última vez que la economía mundial sufrió una recesión de esta magnitud (en la Gran Depresión). Sin embargo, parece que los efectos sociales de la actual recesión aún no se han producido. La razón de esta disparidad entre los fríos datos macroeconómicos y el sentimiento popular se encuentra en el enorme gasto público de prácticamente todos los países del mundo.1

Este artículo sostiene que los aumentos exorbitantes de la deuda pública, como los que se han producido en 2020, no son gratuitos. Examina los posibles efectos económicos de acumular grandes cantidades de deuda pública.

El primer problema: menos crecimiento económico

Los países con mayor deuda pública son los que menos han visto crecer su renta per cápita, como se ve en el gráfico 1.

Gráfico 1: crecimiento del PIB per cápita

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Fuente: Kumar y Woo. Creado con Datawrapper

El mecanismo económico que explica esta relación estadística es relativamente sencillo. Una deuda pública excesiva provoca el llamado efecto de expulsión, en el que el crédito se redirige del sector privado al sector público. El crecimiento de la deuda pública priva al sector privado de fondos prestables, reduciendo la generación de riqueza. (Es el sector privado el que genera la actividad económica. Lo máximo a lo que puede aspirar el sector público es a establecer un marco que favorezca los esfuerzos privados).

El segundo problema: desincentivar la inversión y reducir la productividad

Este segundo problema es una extensión del primero. Uno de los mejores indicadores del crecimiento futuro de una economía es su tasa de inversión. Cuando la inversión aumenta, también lo hace la productividad, que va acompañada de crecimiento económico.

Así, si los países con menos deuda crecen más rápido, es muy posible que estos países vean más inversión y un mayor crecimiento de la productividad. El gráfico 2 muestra cómo los países con menos deuda ven una mayor inversión (en particular, esto desvirtúa el argumento común de que la deuda pública puede utilizarse para aumentar la inversión).2

Gráfico 2: Inversión/PIB

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Como resultado de la mayor inversión en lugares con poca deuda, la producción por trabajador se acelera. El gráfico 3 muestra esta relación.

Gráfico 3: crecimiento de la producción por trabajador

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El tercer problema: el deterioro de la solvencia

El problema más evidente de todos es que un individuo o una empresa que gasta continuamente más de lo que ingresa acaba quebrando y teniendo que hacer ajustes drásticos en su nivel de gasto. Un Estado, como agente económico, tiene exactamente el mismo problema. Si sus gastos superan regularmente sus ingresos, entrará en bancarrota.3

Hay un punto en el que la deuda pública acumulada se vuelve impagable. Es muy difícil estimar este punto, por lo que las recomendaciones suelen ser vagas.4 El Fondo Monetario Internacional, por ejemplo, sitúa el punto crítico en el momento en que un país acumula una deuda pública igual a 2,2 veces sus ingresos fiscales. El requisito para los países de la eurozona es mantener la deuda pública por debajo del 60% del PIB y un déficit público anual inferior al 3% del PIB. Sin embargo, ninguno de los países de la eurozona lo cumple.

Aunque no existe un nivel inequívoco de deuda a partir del cual surge el riesgo de impago, el estudio de los episodios históricos de quiebra soberana puede proporcionar una idea de dónde puede estar ese límite.

El gráfico 4 analiza ochenta y siete episodios históricos de quiebra (a lo largo de 175 años).5 El gráfico muestra que los países africanos han quebrado cuando su deuda era superior a 2,89 veces sus ingresos fiscales. Los países asiáticos han quebrado cuando su deuda superaba 4,83 veces sus ingresos fiscales.6 A principios de 2021, la deuda mundial era aproximadamente 3,12 veces los ingresos públicos mundiales (3,3 veces en los países desarrollados y 2,9 veces en los países en desarrollo). En consecuencia, parece que estamos muy cerca del nivel máximo de deuda aceptable. Si el sector público sigue gastando más de lo que ingresa, el impago de la deuda se convertirá en un tema en los próximos años.

Gráfico 4: deuda pública/ingresos fiscales en el momento del impago

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El cuarto problema: la relación entre la inflación y el impago de la deuda

El vínculo entre la inflación y la acumulación de deuda pública (y la quiebra soberana) es relativamente reciente. No existía antes del siglo XX. La razón se encuentra en la evolución del sistema monetario, que ha pasado de ser un sistema metálico a un sistema basado exclusivamente en el crédito y en grandes bancos centrales que hacen política monetaria.

Como puede verse en el gráfico 5, los países que se encuentran en situación de impago de la deuda pública experimentan una tasa de inflación mucho más alta (más del triple) que los países que cumplen sus compromisos. En el siglo XX, como resultado del cambio del sistema monetario, se hizo posible pagar la deuda pública mediante la inflación.7

Gráfico 5: inflación e impago de la deuda soberana

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Conclusión:

La economía está plagada de no linealidades que, en muchos casos, oscurecen las relaciones causa-efecto. El efecto económico del aumento de la deuda pública es una de las áreas en las que la falta de relaciones lineales es más evidente. El aumento sustancial de la deuda pública a lo largo de los años, y su aparente falta de efecto sobre otras variables macroeconómicas, ha hecho que toda una profesión (los economistas), y los políticos que siguen sus consejos, caigan en la complacencia. La no linealidad en economía hace que las relaciones causa-efecto puedan permanecer latentes durante mucho tiempo, para manifestarse con una fuerza inusitada más adelante.

Me gustaría concluir este artículo con una nota pesimista y otra optimista. La nota pesimista (que es mejor abordar en primer lugar, ya que siempre es mejor terminar con una nota alta) es que los efectos económicos desastrosos de los que se habla en este artículo se harán evidentes en un momento futuro que es muy difícil de precisar. No podemos escapar a los principios de la economía como tampoco podemos escapar a los principios de la física. La nota optimista es que las no linealidades nos dan tiempo para corregir los desequilibrios y paliar sus perjuicios. En consecuencia, si está leyendo este artículo a tiempo, exija a su gobierno que practique la disciplina fiscal (o castíguelo si no lo hace), no vote a los candidatos que abogan por políticas fiscalmente irresponsables, y protéjase de la inflación evitando mantener grandes sumas de dinero o activos muy líquidos.8

Aviso legal: el análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor, las afirmaciones realizadas no son necesariamente compartidas ni constituyen la posición oficial de la Universidad Francisco Marroquín.

[Este artículo fue publicado originalmente por Tendencias en la Universidad Francisco Marroquín].

  • 1Además, la dinámica social tiende a retrasarse ligeramente en comparación con la dinámica económica por diversas razones (por ejemplo, los colchones financieros, la existencia de redes familiares, la ayuda del Estado).
  • 2La mayoría de los economistas están convencidos de que el gasto público es un tipo de inversión que genera beneficios económicos. No podría estar más en desacuerdo. La inversión, para ser calificada como tal, debe tener un objetivo económico. En todo momento, para que el gasto se califique como inversión, las entradas descontadas esperadas deben ser mayores que las salidas descontadas esperadas. Para que esto ocurra, es esencial que haya precios de mercado. Pero la mayoría de los proyectos públicos estiman precios sombra que no tienen nada que ver con los precios de mercado y que suelen basarse en supuestos poco realistas para que los proyectos parezcan viables. Un proyecto público cuyos criterios son políticos y no económicos es, sencillamente, un gasto, no una inversión.
  • 3La gran diferencia entre la quiebra del sector público y la de un agente privado es que este último puede verse obligado a vender sus activos para pagar sus deudas. Un Estado, en cambio, puede ser sometido a un proceso similar por otros Estados pero, lamentablemente, no por sus ciudadanos. (En consecuencia, una garantía de pago tiene menos sentido cuando el deudor es un Estado).
  • 4A veces, estas recomendaciones adoptan la forma de reglamentos fiscales que son (supuestamente) obligatorios para la autoridad fiscal.
  • 5El análisis original es de Reinhart y Rogoff (2009).
  • 6Los límites indicados aquí son los promedios de los episodios históricos de impago de la deuda soberana.
  • 7En general, la inflación fue mucho más alta en el siglo XX que en el siglo XIX. Teniendo en cuenta que el principal objetivo de los bancos centrales es mantener los precios estables, no cabe duda de que este hecho es una prueba de que los bancos centrales son incapaces de alcanzar su objetivo.
  • 8Hay muchas más formas de protegerse contra la irresponsabilidad fiscal de los gobiernos y las indicadas aquí no son una lista exhaustiva.
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