Aunque las recomendaciones de la declaración de Great Barrington serían una mejora con respecto al statu quo, la declaración otorga demasiado poder al Estado para actuar en pos de un supuesto «bien común».
Como los políticos no tienen responsabilidad por los daños económicos que infligen, no tienen ningún incentivo para minimizar las perturbaciones que decretan.
Cuando el Estado interfiere en el mercado para lograr un uso diferente de los factores productivos sólo puede perjudicar la oferta, no puede mejorarla.
Muchas de las «soluciones» que ofrecen los expertos de hoy en día tienen más probabilidades de aumentar la desigualdad de la riqueza que de disminuirla.
El punto de vista secesionista está siendo promovido cada vez más por escritores ajenos a los grupos conservadores y libertarios habituales que durante mucho tiempo han abogado por la descentralización y el control local.
La actual fascinación por el socialismo y el odio al capitalismo refleja una combinación de ceguera histórica deliberada, falta de simple sentido común e inexcusable ignorancia económica.
Es a través de la acción que nuestras valoraciones subjetivas se vuelven medibles en la realidad objetiva. Por eso el axioma de la acción es una plataforma de lanzamiento irremplazable para el pensamiento económico.
Las reformas policiales están facilitando el control de las actividades de la policía, e incluso la responsabilidad personal de los agentes cuando son declarados culpables de abuso de poder. Pero a algunos oficiales no les gusta eso en absoluto.