Ostensiblemente para combatir la «desunión», las élites políticas han pedido a los americanos que se unan por el «bien público». Sin embargo, las políticas que estas élites quieren poner en marcha son la causa misma de las desuniones en primer lugar.
Ezra Klein, del New York Times, se desespera ante la impotencia de los gobiernos para construir grandes proyectos, desde redes de energía hasta ferrocarriles de alta velocidad. Cree que la respuesta está en otorgar al Gobierno un poder absoluto.
¿Toman los gobiernos decisiones «racionales» que impliquen la interacción con otros gobiernos? Como señala David Gordon, la racionalidad implica la toma de decisiones individuales, no la acción colectiva.
Según los economistas convencionales, la expectativa de inflación conduce a precios más altos. Sin embargo, esto es imposible porque la inflación real implica aumentos reales de la oferta monetaria.
La senadora Elizabeth Warren vuelve a la carga: exige la intervención del gobierno en el sistema sanitario del país para solucionar los problemas causados por la anterior intervención gubernamental.
La gobernadora de Arkansas, Sarah Huckabee Sanders, obliga a una firma china a vender sus terrenos en Arkansas en nombre de la «seguridad nacional». La orden es económicamente destructiva y no sirve para nada.
Lo que subyace tras el intento de eludir el miedo al fracaso es la percepción de la ausencia de un coste sustancial del fracaso. La ilusión sólo dura un tiempo antes de que se imponga la realidad económica.